¡Vamos por la vida que nos deben!

Saltando torniquetes a la constituyente

Declaración Coordinadora Feminista 8M 

Estamos liquidando la constitución del tirano con una revuelta que estalló hace más de un año. No fue sólo con un lápiz ni en las urnas como algunos quieren que pensemos. Este triunfo desbordante y popular, cargado de memoria y futuro, es de las, les y los que luchan. De las secundarias que saltaron los primeros torniquetes,  de las trabajadoras y las cuidadoras, es de las pobladoras, las vecinas, las migrantes, de quienes disienten de la heteronorma, las defensoras de los territorios, las que resistieron a la dictadura cívico militar, las que han levantado la voz desde los calles y también de todas las que ya no están. No se lo debemos a ningún acuerdo tomado entre cuatro paredes y no se agota ni termina en las fechas marcadas por la institucionalidad. Nos moviliza el deseo de transformación radical que habita en cada una de nosotras, un deseo que no vamos ni podemos soltar. 

Hoy no solo se juega la redacción de una nueva Constitución, sino la posibilidad de articular una alternativa emancipadora para los pueblos, una alternativa popular, plurinacional y feminista. Una alternativa de las trabajadoras para terminar con más de 30 años de administraciones neoliberales que nos han precarizado en lo más profundo. Nos preparamos para protagonizar, en plural y en primera persona, una disputa por la forma en que se organizan nuestras vidas. No partimos desde cero porque para los pueblos no existe la hoja en blanco. Tenemos memoria, tenemos programa y los vamos a defender. Defendemos el derecho a huelga, defendemos el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito, defendemos la autodeterminación de los pueblos, defendemos la socialización del trabajo de cuidados, defendemos el derecho a migrar libres y sin miedo porque ¡ningun ser humano es ilegal!,  defendemos nuestro derecho a una vida libre de todo tipo de violencia, defendemos el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derecho, defendemos el derecho al agua, a la semilla y a la tierra, defendemos el derecho a la seguridad social y al trabajo estable, libre y seguro, defendemos el reconocimiento de niñas, niñes y niños como sujetos de derecho, defendemos el derecho a educación pública, feminista, antirracista y no sexista, defendemos el derecho universal de acceso a la salud y a una alimentación libre de tóxicos. Nos moviliza la urgencia por una vida que valga la pena vivir. Hoy y no mañana. Somos millones y perdimos la paciencia. 

Esta será la primera constitución en el mundo escrita por un órgano paritario, y ha sido precisamente la lucha feminista a toda escala la que ha habilitado este mínimo democrático indispensable. Pero no es suficiente. La paridad nos coloca ante el desafío de que el debate en la convención vaya más allá y sea protagonizado por las voces de la lucha feminista. Este será el primer proceso constituyente que se libre en América Latina en esta década fraguado en el seno del  ciclo de movilizaciones inaugurado por  el llamado internacional de Ni Una Menos en 2016, el Paro Internacional de Mujeres, el Mayo Feminista y las jornadas de Huelga General Feminista. 

Como Coordinadora Feminista 8M hemos decidido desplegarnos juntas, al mismo tiempo y en todas partes:

– Sostendremos el poder constituyente de los pueblos mediante los caminos de lucha y deliberación feminista, popular y plurinacional de los que somos parte en autonomía de la vía institucional a través del Encuentro Plurinacional de Las y Les que Luchan, la Asamblea Popular Constituyente y la Huelga General Feminista. 

– Disputaremos la Convención Constitucional impulsando y apoyando candidatas que irán en listas de independientes articuladas desde los movimientos sociales. Listas que sean expresivas de la diversidad de la revuelta y de sus aspiraciones.

– No soltaremos las calles en la lucha contra el terrorismo de Estado y la violación sistemática a los Derechos Humanos, por la libertad de los y las presas de la revuelta popular y contra la impunidad. No se nos olvida que libramos este proceso bajo un gobierno criminal que le declaró la guerra a los pueblos. 

Esta es una decisión colectiva que responde a un movimiento. No ha sido una decisión sencilla ni rápida. Es resultado de un largo proceso de deliberación, reflexión y encuentro que nos interroga en la posibilidad de tejernos desde nuestra diversidad y también desde nuestros desacuerdos y disensos. Estos últimos radican fundamentalmente en las tácticas que debemos desplegar frente a los límites que todas reconocemos en el proceso institucional que se nos ha ofrecido. Entre empujar el desborde disputando nuestra presencia allí, o mantenernos al margen de esa disputa para concentrarnos exclusivamente en lo que ocurre fuera de la convención. Albergando esos disensos, hemos resuelto desplegarnos de manera simultánea en todos los niveles, siguiendo una estrategia común que se organiza detrás de un programa feminista contra la precarización de la vida y la impugnación de sus responsables. 

El tiempo de los pueblos ha llegado y la vida nos empuja. Nos llamamos a confiar en nuestras fuerzas, esas que nos han llevado a ser millones en el deseo de ir por todo. Confiar en lo que podemos hacer juntas, juntes y juntos. Nos llamamos a articularnos en esa confianza desde distintos movimientos y trayectorias de luchas feministas, pobladoras, sindicalistas, jubiladas, indígenas, defensores de DDHH, migrantes, socioambientales y campesinas por un proceso constituyente que sea de los pueblos dentro y fuera del camino institucional. Nos quedan muchos torniquetes y no vamos a detenernos hasta saltarlos todos.  

Es el tiempo de los pueblos y nuestra potencia es ineludible.